martes, 7 de julio de 2009

Al profesor Juan Bosch

En el día del Maestro: Al Centenario de su Natalicio.
Por: Eleanor Grimaldi Silié.

Un maestro además de instruir, educa, forma, no se limita a impartir conocimientos. No se detiene en las aulas, su labor llega a sus congéneres y traspasa linderos en el tiempo. Por eso decimos que un maestro no necesariamente es el que está en las aulas, es el que asume un papel protagónico, educa con su ejemplo y va mas allá de los límites y logra superar barreras en beneficio de la sociedad.

Ahora que celebramos el día del maestro, es bueno recordar que la sociedad dominicana ha tenido el privilegio de contar con educadores y maestros de aula, excepcionales: Pedro Henríquez Ureña, Salomé Ureña, María del Socorro Sánchez, Ercilia Pepín, Luisa Ozema Pellerano, Patria Mella, Zoraida Heredia Vda. Suncar, el Dr. José Silié Gatón y un sinnúmero de personas que sería prolijo enumerar que han realizado aportes incontables a la educación y que a su vez, se han preocupado por realizar su labor de manera eficiente y desarrollar su vocación, apegados a una ética personal y magisterial.

También han existido maestros de la política que transmiten sus enseñanzas a los dominicanos y han contribuido a rescatar el pensamiento democrático y a vivir de acuerdo a las normas éticas.
Un maestro de la política que nos enseñó los valores éticos y la responsabilidad con que debe actuar un político o funcionario en la vida lo fue Juan Bosch.
Un maestro de la convivencia, que nos transmitió verdaderas enseñanzas que se corresponden con una vocación ética de la práctica de los valores.
Un ser humano con vocación de servicio, la cual es esencial para ejercer cualquier profesión y acción social.
Paulo Freire en su obra: Pedagogía del Oprimido argumenta: “De este modo, el educador ya no es solo el que educa, sino aquel que, en tanto educa es educado a través del diálogo con el educando, quien al ser educado también educa. Así ambos se transforman en sujetos del proceso en que crecen juntos y en el cual “los argumentos de autoridad” ya no rigen. Proceso en el que funcionalmente autoridad, requiere el estar siendo con las libertades y no contra ellas. Ahora nadie educa a nadie sino como tampoco nadie se educa a si mismo, los hombres se educan en comunión, mediatizados por el mundo”.
Estas expresiones se compadecen con algunas cosas que él enseñó en materia política, sobre todo: estar siendo con las libertades y no contra ella”.
Y en relación a la libertad a que alude Freire, para ser justos, hay que actuar con la práctica de la libertad, no contra ella y creemos que si nos referimos a sus ideales de libertad y democracia, sabemos que él contribuyó a trillar un camino importante y prueba de ellos son los partidos políticos que él fundó y su práctica democrática dentro y fuera del poder.
Ahora, el comportamiento del líder y la seriedad con que asumió la política, es el mejor ejemplo que legó a la sociedad: las orientaciones, el cultivo de los valores humanos, el impulso de su vocación, la honradez y la exigencia espiritual que puso en sus acciones, son entre algunas, las cualidades que se necesitan de un líder en un mundo permanente de cambios e inversión de valores donde se requiere de individuos con seriedad, talento y capacidad, para que puedan ayudar a una revalorización de lo que es la sociedad la política, la educación y otros conocimientos y saberes necesarios para desarrollar una nación.
Todo maestro ejerce un dominio esencial que es el conocimiento, la dedicación, la delicadeza, el principio de autoridad, la responsabilidad. Y la autoridad la da la sapiencia y la capacidad de inspirar respeto tanto dentro como fuera de las organizaciones. De ahí, la aceptación que tuvieron las ideas del profesor Juan Bosch, su coherencia entre lo que predicó y practicó y el buen manejo que le dio a sus ideales, principios y creencias sobre la política, los cuales tradujo en la Constitución Dominicana de 1963.
Todo esto se derivó del buen sentido de la actuación y del desarrollo de su pensamiento político y social. Creo que sus sacrificios incondicionales como ser humano, su tenacidad por producir un retorno a la constitucionalidad, su firme voluntad de concienciar a los dominicanos, hacen de él un gran maestro paradigmático. El es dueño de un espacio ganado con seriedad, honradez y honorabilidad y eso, no lo puede regatear ningún dominicano consciente.
El adornó su corazón con verdaderas virtudes que practicó y nos legó un ejemplo para que los dominicanos puedan decir como el maestro Juan Pablo Duarte: “Yo obtendré la mayor recompensa, la única que aspiro, al veros libres, felices, independientes y tranquilos”. Los verdaderos dominicanos anteponen cualquier instinto de ambición de riquezas materiales y bienestar, a la felicidad y la tranquilidad de su pueblo. Por eso lo consideramos un verdadero maestro, que trilla sí en la política, pero que comparte un honroso espacio junto a los grandes maestros de la nacionalidad de la República Dominicana: Juan Pablo Duarte, Matías Ramón Mella, Francisco del Rosario Sánchez y otros que fueron puramente educadores de aulas como Salomé Ureña, Pedro Henríquez Ureña y otros antes mencionados.

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